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Reflexion en torno a una sabiduria japonesa milenaria que proviene de okinawa: EL IKIGAI

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  • 27 jun 2019
  • 5 Min. de lectura


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¿Qué es el IKIGAI? Ikigai es un término de origen japonés que no tiene una traducción exacta al español, aunque se le atribuye un significado sumamente especial: “Tener una razón para vivir”. Es un vocablo que utilizan los habitantes de Okinawa cuando quieren referirse a aquello que hace que la vida valga la pena, lo que nos hace desear despertar cada mañana, nuestra razón de ser en el mudo, el motivo que nos impulsa a actuar y vivir.


Okinawa es un lugar cuyos pobladores se cuentan entre los más longevos del planeta, viven más de cien años con buena salud y en plenitud.

El ikigai "propósito en acción" suele acompañarse de una cantidad de hábitos que permiten disfrutar más y mejor de la vida, la suma de las pequeñas alegrías cotidianas nos da como resultado una vida más plena. Este sentido vital es también algo relacionado con el ámbito laboral, nuestra ocupación, y cómo interaccionan nuestros intereses con el mundo. De este modo, el significado de nuestra vida también va ligado no sólo a nuestro ser sino también a lo que sucede en el mundo en el que nos movemos. No es algo únicamente interno sino también externo.


Ahora bien, es importante tener en cuenta que no basta con identificar nuestro propósito o propósitos vitales, sino que también es necesario que nos pongamos en marcha con tal de alcanzarlos. Se trata de buscar y ejercitar dicho propósito para poder tener una vida plena. Además, hay que tener en cuenta que dicho propósito no tiene porqué ser estable, puede ser un elemento que vaya variando a lo largo de la vida. También hay que tener en cuenta que incluye y requiere tanto un componente de autorrealización, como uno de compromiso con el rol o las personas que forman parte de él.


El ikigai está escondido en nuestro interior y requiere una exploración paciente para llegar a lo más profundo de nuestro ser y encontrarlo. Puedes comenzar a buscar tu ikigai explorando en las cosas que haces y que te producen satisfacción, descubriendo aquello que amas, lo que más te gusta hacer, si permaneces atento, cada día encontrarás diversos motivos para que tu existencia valga la pena, la búsqueda del Ikigai no está reservada para algunos, o sea no es cuestión de suerte, sino de la actitud con la que cada persona enfrenta la vida, no es necesario que hagas un gran cambio material porque la mayor transformación parte de tu interior, no de lo externo. Se trata de un conocimiento que ya se posee en algún grado y que se puede encontrar en lo más obvio y natural. Se debe tener cuidado, a menudo se tergiversa por elementos como la deseabilidad social, la búsqueda de estabilidad y seguridad, y la falta de reflexión sobre lo que verdaderamente consideramos importante.


¿Cómo identificarlo?

Se recomienda comenzar con cuatro preguntas: ¿Qué ama?, ¿en qué es buen@?, ¿qué necesita el mundo de usted?, ¿qué puede hacer para que le paguen?.

Cuestiones básicas como: Qué actividades te resultan fáciles de hacer, cuáles son aquellas con las que el tiempo se pasa volando, qué te gustaba hacer de niño o qué es lo que puedes aportar a los demás.

El ikigai puede ser hallado en la confluencia entre lo que amamos, aquellas cosas en las que somos buenos, aquello por lo cual pueden pagarnos y aquello que el mundo necesita, es decir en la fusión de cuatro conceptos básicos en la vida de una persona como son: Pasión, profesión, vocación y misión. Estos aspectos pueden estar relacionados de diferentes maneras, pero se dificulta la percepción de que estemos ante nuestra razón de existir (IKIGAI) si no existe un equilibrio perfecto entre los diferentes elementos citados.


Claves para vivir exitosamente tu IKIGAI

Celebra mucho, incluso las pequeñas cosas. Mantente siempre activo, nunca te retires, quien abandona las cosas que ama y sabe hacer, pierde el sentido de su vida. Por eso, incluso después de haber terminado la vida laboral "oficial" es importante seguir haciendo cosas de valor, avanzando, aportando belleza o utilidad a los demás, ayudando y dando forma a nuestro pequeño mundo.Tómatelo con calma, las prisas son inversamente proporcionales a la calidad de vida. Como dice un viejo proverbio: "Caminando despacio se llega lejos". Cuando dejamos atrás las urgencias, el tiempo y la vida adquieren un nuevo significado.Rodéate de buenos amigos, son el mejor elixir para disolver las preocupaciones: con una buena charla, contar y escuchar anécdotas que aligeren la existencia, pedir consejo, divertirse juntos, compartir, soñar… En suma, vivir. Ponte en forma, el agua que se mueve, fluye fresca y no se estanca. Del mismo modo, tu vehículo para la vida necesita un poco de mantenimiento diario para que pueda durar muchos años. Además, el ejercicio segrega las hormonas de la felicidad.Sonríe, la risa remedio infalible. Reconecta con la naturaleza, necesitamos regularmente volver a ella para cargar las pilas del alma. Aunque la mayoría de los seres humanos vivan en ciudades, estamos hechos para fundirnos con la naturaleza.Da las gracias, a tus antepasados, a la naturaleza que te provee aire y alimento, a tus compañeros de vida, a todo lo que ilumina tu día a día y te hace sentir dichoso de estar vivo. Dedica un momento del día a dar las gracias y aumentarás tu caudal de felicidad.Vive el momento, deja de lamentarte por el pasado y de temer el futuro. Todo lo que tienes es el día de hoy. Dale el mejor uso posible para que merezca ser recordado.Si de verdad quieres que tu vida gire en torno a aquello que más amas, debes hacer grandes esfuerzos para conseguirlo. Y ahí entra la perseverancia, la capacidad de ser terco como una mula, el darlo absolutamente todo. Nada de medias tintas.


Una filosofía de vida japonesa con muchas ventajas

Tener en cuenta el ikigai o sentido vital puede tener grandes repercusiones a nivel de estilo de vida, o incluso reducir el riesgo de diferentes enfermedades, por ejemplo que el número de problemas cardiovasculares e incluso de cáncer sean menos frecuentes.

También es habitual que se experimenten menores niveles de estrés, ansiedad y depresión, debido a que una actitud conforme con lo que consideramos nuestros objetivos vitales y nuestro sentido en el mundo facilita una contemplación de nuestro día a día como algo más positivo, puede tenerse una vida más comprometida y a la par más libre.

Alguien que conoce su ikigai está más preparado para sortear las vicisitudes de la vida.

Permite estar en sintonía con lo que venimos a hacer al mundo y ser más auténticos, naturales y conectados con nosotros mismos.

Si ya sabes cuál es tu pasión, lo que se te da bien, lo que hace que te levantes todas las mañanas, solo tienes que ponerlo en el centro de tu vida y disfrutarlo. Si no lo has encontrado aún, como decía Viktor Frankl, tu próxima misión será encontrarlo.

Marion Aguirre Antezana Coach De Vida

 
 
 

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